28.12.09

19.12.09

3+3

17.12.09

73

29.11.09

1 - 0

22.11.09

97 - TV-Movies

Friday Night Lights, Californication, Flash Forward, The Big Bang Theory, How I Met Your Mother, Fringe, Battlestar Galactica, Dexter, Heroes, Prison Break, Lost, 24, Battlestar Galactica, Sons Of Anarchy, Broters & Sisters, CSI Las Vegas, Life As We Know It, Fringe, Heroes, House, Kyle XY, Legend of the seeker, Merlin, True Blood, Nip/Tuck, Desperate Housewives, Scrubs, The IT Crowd, V, ER, The O.C., The X-Files, Ally McBeal, Felicity, The Fresh Prince of Bel-Air, Melrose place, Beverly Hills, 90210, Stargate SG1, Alf, The Wonder Years, Bionic Woman, Miami Vice, Magnum P.I., Doctor Who, Knight Rider, The A-Team, The Geatest American Hero, Blue Thunder, Kung-fu, M*A*S*H, MacGyver, Some Mothers Do 'Ave 'Em, Fawlty Towers, Falcon Crest, Dallas, St Elsewhere, Santa Barbara, The Bold and the Beautiful, The Young Ones, Eastenders, Roseanne

18.10.09

1291

11.10.09

5987 - Pica d'Estats

Descendiendo, dirección al lago helado y gris. En la ladera de la montaña, miles de piedras, piedrecitas. Rocas y cenizas. En mis pies descalzos, barro negro. Siento los músculos de las piernas -tríceps y gemelos- cansados. Rotos por dentro en finitas fisuras, profundas y húmedas.
Desciendo, para llegar a la cima. Y en el intento, tropiezo en un saliente granítico. Caigo. Me precipito barranco arriba. Un precioso y soleado vuelo:
Cinco segundos,
un impacto mortal.
Dulce y final.

9.10.09

3517 - Regal:

7.10.09

21.7.09

23.6.09

43

Por qué esta sensación de ir a buscarte
hacia por donde mucho que vuele
no he de hallarte.
Qué terror sin tiempo ahora me impele
a por sobre tanto terror siempre evocarte.
No ha de encontrar sosiego nuestra pena
(qué hallarlo sería comenzar otra condena)
y por lo mismo jamás cesaré de contemplarte.
Luna, una vez mas aquí estoy detenido
en la encrucijada de múltiples espantos.
El pasado es todo lo perdido
y si del presente me levanto
es para ver que estoy herido
(y de muerte)
porque ya el futuro lo he vivido.
Ésa, indiscutiblemente, ésa es la suerte
que por venir del infierno arrostro.
Extraña amante,
sólo me queda contemplar tu rostro
(que es el mío)
porque tú y yo somos un río
que recorre un páramo incesante,
circular e infinito:
un solo grito.
Reinaldo Arenas

7.5.09

5- Feliç

21.4.09

2003 - BSG

There is a Languor of the Life More imminent than Pain -- 'Tis Pain's Successor -- When the Soul Has suffered all it can -- A Drowsiness -- diffuses -- A Dimness like a Fog Envelops Consciousness -- As Mists -- obliterate a Crag. The Surgeon -- does not blanch -- at pain His Habit -- is severe -- But tell him that it ceased to feel -- The Creature lying there -- And he will tell you -- skill is late -- A Mightier than He -- Has ministered before Him -- There's no Vitality. Emily Dickinson

19.4.09

10007

30.3.09

17 - Escala real

16.3.09

41 - Enquistat

1 pto a mar.
1 pto a sal.
1 pto a petxina i
un a mandarina. 

2.3.09

5 - Vius o duras ?

Jo a dia d'avui he durat més del que he viscut. Si un dia hi ha una última entrada en akest blog, ja la tinc escrita... 

La inercia frenética 

En 1998, una joven de Washington crea en Internet un sitio que permite verla andar por su casa las veinticuatro horas del día, acompañarla en sus tareas más modestas. Dejemos a un lado el exhibicionismo de un proyecto semejante, repetido después por muchos otros, y reconozcamos esto: sólo a un contemporáneo se le ocurriría filmarse día tras día, sobre todo cuando esta persona lleva una vida rigurosamente semejante a la de cualquier otra. En este ejercicio de restitución mecánica hay austeridad y determinación. El vídeo ocupa el lugar que antes ocupaba el diario íntimo; pero donde la escritura, a su pesar, discriminaba, la cámara lo registra todo: cómo se va llevando el cubo de la basura,cómo se vacía la bañera, cómo crece una lechuga, sin olvidar un par de zapatillas o los apasionantes episodios de acostarse, dormir y levantarse. Lo sorprendente del caso es concederle la menor importancia a esta terrible rutina, lo asombroso es ese entusiasmo por la inanidad. Quizás haya que verlo como la voluntad de redimir la literalidad de las horas y de las semanas, poniéndola a la vista colectiva de miles de internautas; pero también un intento de tranquilizarse, de asegurarse  de que todos caminamos bajo la misma bandera: la bandera de la vida cotidiana. Como si formásemos la comunidad virtual de aquellos a los que nunca les pasa nada, la tribu digital de los desposeídos de acontecimientos. 
De lo cotidiano pueden decirse dos cosas contradictorias: que se repite y que nos agota. Nos inunda de las mismas cosas que vuelven, convierte el día de ayer con la constancia de un disco rayado. Sus leyes son tan rigurosas como las del cosmos o las de la gravedad. Conformidad, normalidad, uniformidad: imposición del déjà vu, de lo ya vivido, triunfo de lo incoloro y lo inodoro, ronda sin fin de lo idéntico. Lo cotidiano establece un eterno presente sin futuro ni pasado, como si todos los días se fundieran en uno solo. Si paradoja es abolir el tiempo partiendo del propio tiempo, ser una mueca de la eternidad un poco parecida al reloj, que según Gilles Lapouge es una fábrica de eternidad a partir del movimiento perpetuo. Tiene un poder de erosión que mitiga los acontecimientos más terribles; todo lo devora. Por otra parte, la mayoría de las metáforas del aburrimiento son metáforas del estancamiento, del agarrotamiento o de la coagulación: una nave aprisionada en el hielo y congelada para siempre según Baudelaire y Poe, una ciénaga según Flaubert, una ave atrapada en un lago helado según Mallarmé, una llanura invernal, sombría y nevada, para Verlaine, un depósito calcáreo que acaba obstruyendo la canalización para Moravia, viscosidad de tal naturaleza que nos quedamos pegados a ella según Sartre. La provincia ha representado durante mucho tiempo, como categoría geográfica y metafísica -sobre todo en países muy centralizados, como Rusia o Francia-, esta vida a ras de tierra, esta interminable hibernación cuya vacuidad ha logrado describir la literatura desde hace dos siglos. Vida escasa, gris, eternamente apartada de todo, en la que generaciones enteras se sepultan como en un mausoleo. Estado vegetativo, duelo anticipado en el que se renuncia a todo lo dulce, agradable o emocionante sin haber vivido, sin haber armado. El propio término de provincia cayó en desuso con el final del modelo jacobino y el surgimiento de las regiones. 
Lo cotidiano, lugar de una sempiterna repetición, lo vuelve todo neutro, elimina los contrastes, aplastas los contenidos, constituye esa fuerza de indeterminación que ahoga amores, sentimientos, iras y esperanzas en una especie de gelatina homogénea. Y por eso desmiente cualquier esperanza de pedir la felicidad tal y como se pide comida: porque la disuelve, digiere, hace que su sabor se desvanezca apenas surgido. Es una máquina que se mantiene sola y funciona sin alimentación externa. Levantarse, vestirse, alimentarse, ir al trabajo: para llevar a cabo estos sencillos gestos hace falta una valor sobrehumano. "Sé de un inglés", decía Goethe, "que se ahorcó para no tener que hacerse el nudo de la corbata todas las mañanas." De la atonía de los días, de su masa compacta, tenemos que arrancar una obra, un proyecto: el amor verdadero es el que se arriesga a lo cotidiano, se atreve a desafiarlo y no resulta vencido ni echado a perder demasiado pronto. Lo cotidiano está desprovisto del atractivo emocional por excelencia: el suspense. Nada es objeto de espera o de estremecimiento, puesto que todo se repite hasta el infinito. Es la terrible alternancia de la pregunta "¿Qué novedades hay?" y la respuesta "¡No hay nada que contar!". Si el remordimiento, como decía Baudelaire, es una impotencia por deshacer, la banalidad, al contrario, es una impotencia por hacer, inaugurando lo nuevo, abriendo una brecha en la masa de instantes idénticos entre sí. Por otro lado, este mundo casero no carece de atractivos para quien prefiere dejarse llevar como una barca en por el río, delegando en los días del calendario y el paso de las estaciones la función de imprimirle una dirección. La rutina se puede disfrutar como un sedante: con ella todo cae por su peso, reviste de necesidad lo que en principio era gratuito. Nos hace funcionar de manera casi automática. La angustia que provocan en algunas personas los domingos y las vacaciones -ese gran vacío que hay que llenar- nace de la ruptura momentánea de una regla que tal vez canse, pero que sin duda tranquiliza. Para la mayoría, sin embargo, la maldición de la cotidiano es que nos acompaña las veinticuatro horas del día, cuando lo que nos gustaría es fragmentar el día a nuestra guisa, picotear alguna migajas, dejar de lado el resto. "Oh, vida, te amo, pero no todos los días" (Cerroli), una admirable proposición que lo dice todo. 
Lo cotidiano entraña también una nada atormentada: sus contrariedades nos agotan, su monotonía nos asquea. No nos sucede nada, pero esa nada sigue siendo demasiado: nos dispersamos en mil tareas inútiles, formalidades estériles, parloteos vanos que no son vida pero que bastan para extenuarnos. Eso es lo que llamamos estrés, esa corrosión continua dentro del letargo que nos roe día tras día. Como si la insignificancia misma reclamase su tributo. Bajo la engañosa calma de nuestras vidas descoloridas se libra una guerra solapada en la que la ansiedad y las preocupaciones nos sumen en un estado de tensión sin intención. Ridícula desdicha que nos carcome a todos y que no constituye una tragedia. "La vida se va a través del cerebro y de los nervios. [...] El nerviosismo moderno es el grito del organismo que lucha con el entorno" (Rosolino Coella). Los mil disgustos que soportamos no son un acontecimiento, sólo sirven para sumirnos en la condición moderna por excelencia, el cansancio. Un cansancio abstracto que no es consecuencia de esfuerzos particulares, porque surgen del simple hecho de vivir; un cansancio que sería equivocado combatir a base de descanso, porque es hijo de la rutina. Lo cotidiano o la exigencia permanente: la exhortación a contestar siempre "presente" en la oficina, en el coche, en familia e incluso en sueños. Y qué mejor ejemplo de esta urgencia que el teléfono móvil: en cuanto empieza a sonar todo el mundo se precipita sobre el bolso o hurga desesperadamente en los bolsillos para atrapar a ese animalito que zumba y parpadea. De hecho, el desarrollo tecnológico aparta el grupo a los que no lo siguen. Hay que ir a a par o morir, sobre todo entre los adolescentes. 
Tantos llamamientos, tantos alistamientos que nos alejan de nosotros mismos, nos movilizan a todas horas. Armado con su móvil, su ordenador portátil, su conexión  infrarroja, sus auriculares y pronto sus microelectrodos en el cerebro y pantallas en los ojos, el nuevo hombre protético, desenvainando a cada momento, unido al conjunto del mundo, exactamente como un soldado que libra una guerra interminable. El agotamiento es nuestro vicio moderno, decía Nietzche. Luchamos continuamente con fantasmas y somos víctimas de daños incalculables, heridos graves de la vida gris. Y hay un contraste pasmoso entre la melancolía de nuestra vida y la velocidad trepidante de las las imágenes y de los medios de comunicación: el ritmo frenético del mundo acentúa la tranquila rutina de nuestra existencia. El mundo está lleno de hazañas y de dramas, y nuestra vida es tan anodina... Es una extraña paradoja que la banalidad se oculte bajo los rasgos del desorden y que la astenia reine disfrazada de vértigo y velocidad. 
El estrés es lo contrario de la aventura, la concentración necesaria para mantener a lo cotidiano en su sitio. Nos debatimos en una "inercia frenética" (Steiner), en un ajetreo que no es una fuente de imprevistos. Padecemos todos los inconvenientes de la dispersión sin los encantos de la incertidumbre, sin los beneficios de una verdadera sorpresa. Nos estancamos en un estado intermedio que no es ni alegría ni sufrimiento: en lugar de sentir cómo nos moldea el tiempo, miramos pasar los días "como sangre que mana de una herida" (Louis Guilloux). Y a veces llegamos a desear un desastre, uno de verdad, cualquier cosa antes que este interminable entreacto, esta vida agobiante que no consigue alcanzar la dignidad de un drama. (Y ya sabemos que el estrés, que es una fuerza de acción indispensable, puede, por exceso, disminuir la resistencia a las enfermedades.) "It's better to burn than to fade away", decía Neil Young, citado por Kurt Cobain. Es mejor quemarse que marchitarse. 
Sin embargo, cocerse a fuego lento tiene unos costes exorbitantes. Por mucho que no nos hayamos apartado de los caminos más insulsos y soporíferos, una imperceptible corrupción corroe los destinos mas desmedrados, y llega el momento en que hay que pagar la deuda. Por eso la existencia es de una interminable brevedad, larga como un día sin fin y siempre demasiado corta con respecto a lo posible. Disponemos de un excedente de tiempo, que nos falta cuanto ha pasado. El galimatías deslavazado de nuestras vidas no permite que los convirtamos en obras de arte; éstas, con su densidad y unidad, escapan de lo que nos define como seres humanos: el inacabamiento, la indeterminación. El día a día es cualquier cosa menos estético, y nadie puede forjarse a sí mismo como si fuera una escultura, un cuadro, una sinfonía. No somos obras maestras que reflejan un mundo perfecto, sino artesanos obligados a aprender en un mundo sinuoso e imprevisible. En resumen, entre la vida y el arte está todo el trabajo de la forma: ésta condensa, depura, ordena, calma nuestras heridas estabilizándolas, vuelve lo trágico amable y hace soportable lo que tiene de intolerable el fracaso. (Tal vez la verdadera felicidad exista únicamente en la escritura, y que la vida sólo intente conseguir por sí misma, a posteriori, la perfecta conjunción de palabras, el tono adecuado de una expresión.)
Lo cotidiano nos hace creer en la coincidencia de la repetición y del peligro. Cuantas menos cosas pasan, mejor se las arregla para que no pase ninguna. La simple ansiedad de ser engendra una irresistible necesidad de calma y de relajación. De ahí la multitud de terapias bajo la égida del zen, el budismo o el yoga, de ahí el abuso en Norteamérica y en Europa de estimulantes y tranquilizantes, de las vitaminas y de las drogas psicotrópicas. Incluso si llevamos la existencia más estancada y embotada, seguimos teniendo la sensación de estar atrapados en una terrible tormenta que hay que detener dejándolo todo. El círculo vicioso que nos acecha es curar el ajetreo generado por el vacío con un poco más de vacío. Y eso que, en nuestras vidas incoloras, no necesitamos tranquilidad, sino auténticas actividades, acontecimientos de peso y sentido, instantes como relámpagos que nos fulminen y nos saquen de quicio. El tiempo, ese gran saqueador, nos roba continuamente; pero una cosa es que nos desvalijen a lo grande y envejecer con la conciencia de haber tenido una vida plena, y otra que nos quiten todos los días pellizquitos miserables de cosas que ni siquiera hemos vivido. El infierno de nuestros contemporáneos se llama insipidez. El paraíso que buscan, plenitud. Los hay que viven y los hay que duran.    
Pascal Bruckner. La euforia perpetua

22.1.09

179 - E un pacharàn ogni goal!!

Barça a la milanesa

14.1.09

13 - VCB

Dobles y triples sentidos,
cuando solo dicen, lo que dicen,
 y quieren decir. 

13.1.09

37 - Ahir dia de neu

Avui dia de Xocolate. Quin Cacau!