Él se da cuenta, incluso a medida que se desarrolla, de que este es un accidente que nunca olvidará, y que incluso un buen día tal vez lo recree en sus escritos. Le embarga una vergüenza pasajera, aunque superficial y transitoria. Primero en su escritura y ahora en su vida, la vergüenza parece haber perdido poder, con si su sitio lo hubiese ocupado una pasividad ciega y amoral que no se arredra ante ningún extremo. Es como si por el rabillo del ojo viese que las nubes avanzan hacia él a una velocidad terrorífica. Son nubes de tormenta. Todo lo que se interponga en su camino será arrasado. Con temor, pero también con algo de excitación, espera a que arrecie la tormenta.El maestro de Petersburgo. J.M. Coetzee
2.9.08
8353 - Un altre Dia 0
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada